domingo, 4 de marzo de 2018

La creatividad en Educación Infantil


La creatividad en educación infantil

Desde que empezamos a trabajar en educación infantil, pero especialmente estos últimos años, se habla mucho de creatividad: de desarrollarla en los niños, de potenciarla desde la escuela… pero, sabemos cómo despertar ese resorte para que realmente la creatividad empiece a funcionar?

Según el diccionario la creatividad es “Capacidad o facilidad para inventar o crear”, pero, cómo inventar si no se dan las estrategias para hacerlo, cómo crear si no se observa la naturaleza y el entorno y a partir de ahí definir mi interpretación del mundo?

            Para fomentar la creatividad hay que tener entrenadas esas capacidades que antes apuntamos: ser capaz de vez con unos ojos curiosos y críticos, de extrapolar y de desarrollar de forma interna, de luego plasmarlo o verbalizarlo y de compartirlo con los demás.

            En este punto, el papel de la maestra consiste en eso, en quitarle las legañas a los ojos curiosos, enfocarlos para que vean lo que les rodea, interrogarles y plantearles cuestiones, y que a partir de este proceso de descubrimiento actúen en su entorno aplicando su interpretación del mismo, lo que mejorarían, lo que les gustaría cambiar… fomentando el espíritu crítico, aunque suene un poco fuerte para niños de infantil.

            Las asambleas son un espacio privilegiado para realizar estas técnicas, ya que en ellas todos aprenden, todos escuchan a los otros (aunque a veces cueste centrarles la atención), en ellas se plantean dudas pero a la vez soluciones… y es a partir de la verbalización de todo esto cuando el espíritu creativo empieza a afianzarse.

            Muchas veces vemos una clase y consideramos que los niños son muy inquietos, que no prestan atención, que no se centran en las actividades individuales (y lo digo por experiencia)… y aunque son niños inteligentes y con muchas inquietudes, son tantas y tan dispersas que no avanzan…

En este sentido, el trabajo por proyectos es una forma de encauzar dicha hiperactividad mental: de centrarlos en la consecución de una meta, de conseguir pequeños logros, que en el fondo denota la consecución de competencias de educación infantil propias del currículo.

La creatividad tiene que partir de la realidad, de su observación, de su interpretación, de jugar con ella, cambiarle el orden, de buscar lo sorpresivo… y eso, aunque cada niño es como es, y hay niños más creativos que otros, se puede entrenar perfectamente: cambiando finales de cuentos, planteándoles que inventen cosas, que solucionen problemas, que diseñen cosas para mejorar su vida… y no sólo hablarlo, sino plasmar todo eso en papel es importante para ir clarificando, definiendo, perfilando… y a la vez entrenando estrategias como la síntesis, la explicación de sus trabajos, buscar los fallos, lo positivo y lo negativo… viendo el error no como un fracaso sino como un aprendizaje activo.

En este sentido, a mí siempre me ha costado poner bien o mal en las tareas… hay tantas cosas que valorar en un trabajo: porque, el proceso, la capacidad de progreso del alumno, su esfuerzo… cómo se resume en un bien o un mal?… Es la globalidad de su proceso educativo lo que hay que valorar.

Esta evaluación en el tema de la creatividad es todavía más compleja y requiere de un conocimiento amplio del alumno: muchas veces ves los trabajos de los niños y te parecen supercreativos, y a lo mejor lo que hay detrás es una sobreestimulación y un reflejo de lo que hace o ha aprendido.

La creatividad va más allá de un producto escrito: un texto, un dibujo, un diseño… es una actitud de interpretación de la realidad, el mirar desde distintos prismas las cosas, ser capaz de compartirlo y meterle esa pizca de humor, de absurdo… en este punto y me acuerdo mucho de las obras de Miguel Mihura, ese artista de lo absurdo, pero a la vez con esa ternura, con ese reflejo crítico de su sociedad, con esa originalidad…

Y esto, con niños de infantil no es difícil: los tenemos que estimular y descubrir ese lado “friki”, de ver las cosas e interpretarlas, haciéndolas suyas y sobre todo disfrutando, ya que el proceso creativo es lo más enriquecedor que hay.

Recuerdo que cuando yo pintaba esos momentos delante del lienzo en blanco, aunque tuviera la foto de lo que quisiera hacer al lado, eran los más difíciles pero a la vez los más intensos, ya que te obliga a crear de la nada y te das cuenta que puedes expresar cómo ves las cosas, qué te gusta… de una forma personal e irrepetible.

El proceso creativo en los niños es igual. Cada uno tiene su forma de ser creativo, unos con más gracia y humor, otros con unos temas más definidos (manías, temas recurrentes,,,), otros con dispersión… pero en el momento que ellos son capaces de encauzar ese torrente, sin aprisionarlo ni ahogarlo, irán creciendo por dentro y por fuera.

Esperamos que nosotras como maestras seamos capaces de realizar esa tarea sin meter mucho la pata….pero difícil, si que es, que conste.


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